El uno de agosto se cumplió el 450 aniversario de la independencia de Mazarrón y su declaración como villa. Con tal motivo, y a modo de divulgación histórica, continuamos esta serie de publicaciones sobre los acontecimientos que convirtieron a Almazarrón en un municipio segregado del término municipal de Lorca.
A mediados del siglo XV, un nuevo Mazarrón estaba a punto de renacer. El desencadenante se produjo al otro lado del Mediterráneo, en Asia Menor y Oriente Medio, desde donde se suministraba el alumbre, producto imprescindible como mordiente para el tintado en las industrias textiles europeas.
Cuando la cristiana Constantinopla sucumbe ante el avance de los turcos en 1453, las relaciones comerciales con los proveedores musulmanes se vuelven conflictivas y las industrias de Europa quedan sin suficiente abastecimiento de alumbre. Los responsables de su comercialización, principalmente genoveses, florentinos y venecianos, buscan en occidente nuevos yacimientos con los que sustituir a los de Asia y los encuentran en Tolfa (Estados Pontificios) y en el entorno de una pequeña aldea a la que los naturales llaman Cantarranas (germen del futuro Almazarrón) donde, al parecer, se extraía el producto artesanalmente en pequeñas cantidades.
De este modo, un territorio costero mal protegido, que hasta el momento apenas ofrecía interés económico, se convierte en una gran promesa de riquezas.
El rey de Castilla, Enrique IV, ocupado en conflictos internos, concede los derechos de explotación de los alumbres murcianos a su valido don Juan Pacheco, Marqués de Villena. Este sabe que esa exclusividad puede acarrearle las envidias y enemistades de otros nobles. Además, la localización de los yacimientos supone un riesgo tanto por tierra, debido a la proximidad de Granada, como por mar (por la salida natural de su comercio) ante la incipiente amenaza de la piratería. A la vista de estas circunstancias, busca como aliado, cediéndole la mitad de sus derechos, al adelantado mayor de Murcia don Pedro Fajardo, cuyos descendientes ostentarían el título del marquesado de los Vélez casi medio siglo después.
Escudos de los marqueses de los Vélez (en la iglesia de San Antonio) y de Villena (en la Iglesia de San Andrés). Fuente: Archivo Paco García.
La explotación intensiva del alumbre exigió una fuerte inversión y abundante mano de obra por lo que, a finales de siglo XV, aparece en la falda del cerro de San Cristóbal una nueva aldea llamada Casas Mayores (actual casco urbano) para diferenciarla de Cantarranas, que pasa a llamarse Casas de la Rambla. El conjunto de la zona era conocido como Casas de los Alumbres o Casas de Almazarrón. El poblado de la marina (actual Puerto de Mazarrón) inició su auge gracias a las nuevas infraestructuras portuarias comerciales, sumadas a las tradicionales de la pesca y las salinas.
En 1492, la caída de Granada redujo el peligro terrestre e impulsó el desarrollo económico de Almazarrón. No obstante, la presencia en Andalucía y en el sureste de moriscos, empleados como mano de obra rural, cautivos o esclavos, se convirtió en un peligro real por sublevaciones o ayuda a la piratería norteafricana.
De finales del siglo XV es la torre vigía del Molinete (construida bajo los auspicios de Isabel la Católica) y el Castillo del adelantado de Murcia (de Los Vélez). Posiblemente en la misma época se construyó la casa fuerte de los Villena (en la falda del Molinete), cuyas ruinas fueron derribadas a mediados de los setenta.