Turismo lleva a cabo dos visitas teatralizadas para celebrar el 450 aniversario de la independencia de la villa de Almazarrón.
Este 1 de agosto se conmemoraba el 450 aniversario de la independencia de la villa de Almazarrón y para celebrarlo, a lo largo del fin de semana se han llevado a cabo las visitas teatralizadas realizadas por la empresa TUDMIR a través de la concejalía de Turismo.
Las visitas han intentado revivir la historia haciendo partícipes a los asistentes para que se divirtieran aprendiendo lo que sucedió a lo largo del tiempo en nuestro municipio. Diferentes puntos de Mazarrón, como el Castillo de los Vélez o las Casas Consistoriales tenían como protagonistas a tres actores que encarnaron diferentes personajes del siglo XVI, el siglo de Almazarrón.
Un guía acompañó en todo momento las visitas y el público pudo disfrutar de esta experiencia conociendo algunos de los personajes que marcaron el siglo XVI y sus hechos como el privilegio de villazgo o el milagro de la Purísima.
450 años de independencia como villa
Este 1 de agosto de 2022 se cumplen 450 años del nacimiento de la villa de Almazarrón por Privilegio del rey Felipe II. Este hito histórico marcará la génesis de una sociedad estable, de una comunidad que pronto adquirió carta de naturaleza en los confines del reino murciano; de hecho, los mazarroneros servimos muchas veces de verdadero escudo frente a los ataques de Berbería que asolaban las costas desde Cabo Tiñoso hasta la punta de Cope.
La nueva población había surgido del asentamiento de algunas familias de colonos provenientes de tierras de Castilla, cuando los marqueses de Vélez y Villena comenzaron a explotar los alumbres que les había cedido el rey Enrique IV en 1462. Y lo que al principio sólo fue una pequeña aldea de apenas 500 vecinos, creció social y económicamente, hasta que en el año 1572 lograba un privilegio real, sancionado por del rey Felipe II, por el que se les eximía de la jurisdicción de Lorca y se constituía en un nuevo municipio.
Una vez que Mazarrón logró su independencia, siguió su lucha titánica por sobrevivir en un territorio que seguía siendo hostil, aislado por las difíciles o inexistentes vías de comunicación con el resto de la provincia, y siempre con las invasiones berberiscas inquietando su costa. Un aislamiento que nació de la propia creación de las denominadas ‘Casas de los Alumbres de Almazarrón’ y se prolongó a través del tiempo hasta bien entrado el siglo XIX, cuando finalmente fueron acometidas mejoras en caminos antes impracticables.
Durante tantos siglos de abandono, la sensación de lugar limítrofe y muro defensivo contra el enemigo, será una percepción muy acusada e interiorizada entre una población que fue siempre consciente de su difícil supervivencia. Así pues, la Villa de los Alumbres –como era conocida entonces– se constituía por derecho propio en una ciudad frontera que exigía a sus moradores el carácter de milicia urbana en la custodia de su integridad territorial.
En ese sentido, Mazarrón era un reducto difícil de conquistar que alimentaba su leyenda de fortaleza inexpugnable manteniendo vivas las gestas de combate heredadas de padres a hijos. Un mosaico histórico donde sólo faltaba por encajar una pieza: la leyenda del milagro de la Inmaculada Concepción que tuvo lugar el 17 de noviembre 1585. Con la divulgación de dicho prodigio sobrenatural, se añadía un matiz religioso a las epopeyas que describían la liberación del pueblo cristiano de la opresión musulmana.
Pero las dificultades no acabaron ahí, pues su principal fuente de riqueza, su único medio de vida, como era la fabricación de alumbre, se vino abajo en el siglo XVII. Pero Mazarrón, lejos de acobardarse, no desapareció del mapa, sus habitantes perseveraron y se reinventaron…surgió el esparto, la sosa y el salitre, se reactivaron las salinas y, por supuesto, ahí estuvo la pesca, que siempre proporcionó el alimento básico.
Y es que toda nuestra historia está repleta de situaciones muy parecidas: las minas de plomo, la agricultura del tomate, el boom turístico o el sector inmobiliario, son o han sido, grandes industrias que han ido surgiendo a medida que se necesitaba salir de un periodo de estancamiento para generar miles de puestos de trabajo y reactivar la economía.
Esta ha sido siempre una tierra de promisión, de acogida, de hospitalidad, de fusión de culturas, de altruismo y sobre todo de temperamento mediterráneo; porque somos fruto, principalmente, de las continuas migraciones que han sobrevenido en los últimos dos siglos, de todos los que han llegado hasta aquí a dar lo mejor de sí mismos, y ya se han quedado para siempre. En ese sentido, este aniversario, más allá de recordarnos la obtención del título de villa, debe hacernos reflexionar sobre la lucha de un pueblo por conseguir las metas que se propone, por salir adelante en situaciones difíciles y de pelear por su futuro.
Somos –en gran medida– todo aquello que protegemos. Y ciertamente, proteger es crear y habitar una morada para que algo permanezca. Si se trata del pasado de Mazarrón, es nuestra obligación proteger la memoria de los que lucharon por conseguir en 1572 el título de villa, porque gracias a ellos, hoy estamos precisamente aquí, con un Ayuntamiento propio y una Corporación nuestra, celebrando este aniversario y sintiendo el orgullo de ser lo que somos y conservar el legado histórico que tenemos.